A CONFESION DE PARTES…

A CONFESION DE PARTES…

Edvard Philipson , vicepresidente del laboratorio Ferring Phamaceuticals  para América Latina admitió que Argentina, Bolivia , Perú  y Venezuela son los países de la región  donde las leyes sobre promoción de medicamentos “no son  tan estrictas o son menos ejecutadas”.

El  directivo de la multinacional radicada en Suiza y con cincuenta filiales,  comparó que por el contrario Brasil es el país de América Latina con mayor nivel de regulaciones sobre promoción de medicamentos  y también reconoció,  indirectamente,  los mecanismos de “corrupción” que practica la industria.

  “Brasil es probablemente el líder (regional)  en normativas, impulsada por las asociaciones profesionales de médicos y por el gobierno”, explicó Philipson al sitio web  Eyesforpharma,  consultado sobre “Códigos de ética global y la American Pharma Market America”.

 Pese  a las regulaciones brasileñas, el  directivo para América Latina no se mostró molesto ni denunció actitudes “asfixiantes” desde el Estado y las asociaciones profesionales, como ocurre en otros países cuando se trata de sancionar regulaciones para la industria.

  Al contrario, Philipson aseguró que en Brasil la asociación de los laboratorios multinacionales Interfarma “participa muy activamente en el desarrollo de estas normas y asegura su éxito”.

  En Brasil “hay pautas muy específicas sobre el tipo de material promocional  que se puede dar a los médicos, el costo y el tamaño de las muestras proporcionadas y así sucesivamente”, afirmó el directivo de Ferring, cuya filial argentina declara como domicilio  legal la Avenida Juan B. Justo al 4000 y tiene una página de internet actualizada a mediados de diciembre pasado.

  Philipson consideró que chile, México y Colombia  “están a la vanguardia”  junto con Brasil en las normas sobre promoción de medicamentos pues “son países donde el gobierno es fundamentalmente el principal cliente de la industria y tiene más voz para decir cómo se hacen las cosas”.

 El directivo admitió que “cuando empecé en los años ochenta como un representante de ventas estaba  bien visto que compartiéramos  con los médicos  rondas de golf o los invitáramos a los partidos de fútbol, de tenis y a otros entretenimientos”.

Eso ya no es posible”, reconoció Philipson, que parece extrañar aquellas tardes de golf  y copas con quienes  al otro día recetarían sus productos. Sin embargo,  admitió durante la entrevista que  en Europa siempre existieron códigos de ética  “más avanzados y desarrollados” y que esa tendencia está llegando ahora a la región de América Latina”.

  Philipson mencionó que América Latina  “hay una conciencia creciente”  sobre las regulaciones éticas  y el comportamiento de la industria, especialmente en aquellos países “donde el gobierno es el principal pagador de los sistemas de salud y quiere asegurarse que la toma de decisiones a la hora de recetar un medicamento, ya sea en el hospital o en el consultorio del médico, sean decisiones independientes, basándose  en la ciencia y en la información fármaco-económica en lugar de adoptar decisiones por los favores realizados por las empresas farmacéuticas”.  

  A partir de esa  “conciencia creciente” de la que habla el vicepresidente regional de Ferring, acelerada por  la crisis económica global y los recortes de los gastos de salud –se resalta  durante la entrevista- es que la industria farmacéutica  asumió la necesidad de promocionar una  “reputación positiva en asociación con los proveedores de sistemas de salud para  ofrecer soluciones a la asistencia sanitaria y a las necesidades médicas no cubiertas”.

 Pero,   Philipson se quejó de  que las empresas multinacionales que operen en América Latina deberán adaptarse “a un conjunto de reglas” que se siguen por igual en todos los países y que pueden dejarlas “en desventaja  a la hora de competir con las empresas locales”.

El directivo mencionó concretamente “los favores” que suelen  ofrecer los laboratorios o solicitan directamente los funcionarios, cuando se trata de licitaciones para la compra de medicamentos  a través del Estado.

  “Si una empresa local realiza favores para influir en la toma de decisiones, simplemente vamos a perder esa licitación”, aseguró, aunque los “favores”  no reconocer de patria, bandera o frontera y son practicados indistintamente por  multinacionales o nacionales y a veces por ambos en sintonía.

 Ese supuesta desventaja será  más evidente en aquellos países “que no están especialmente comprometidos con la transparencia” y en consecuencia se  puede  inducir a los médicos y a los funcionarios con coimas y sobornos. Pero no menciona a ninguno en especial.

“Creo que, si bien en el futuro los representantes (visitadores médicos)  seguirán existiendo, la interacción entre la comunidad farmacéutica y la comunidad médica está cambiando”,  vaticinó el directivo.

  Por ejemplo, mencionó que “actualmente hay un gran número de médicos que no hablan con los representantes  de ventas (visitadores médicos)  ya sea porque los médicos se encuentran en  lugares apartados o de difícil acceso para los representantes o porque los médicos  ya están recibiendo  su información de otras fuentes como  los sitios en red de las asociaciones médicas o de la industria farmacéutica”.

  Philipson aseguró que algunos laboratorios “intentan distanciarse de la corrupción que aún existe en la región” y que  “han vuelto la página  a los viejos tiempos en que influían a los médicos” con sus prácticas de dádivas, viajes, regalos y otros “favores”.

El directivo apeló a la “certificación de un organismo externo  sobre la responsabilidad social de las empresas”  y mencionó como ejemplo que en México Ferring  “está certificada como empresa socialmente responsable”.


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