EN CHINA O EN ARGENTINA LA CORRUPCION TIENE LA MISMA MATRIZ

GlaxoSmithKline pagaba sobornos en China a través de la tapadera de 700 empresas de turismo. La misma táctica utilizó Pfizer en Argentina, además de regalar electrodomésticos, para que los médicos recetaran sus productos. No es una casualidad que la justicia argentina calificara de “conducta delictiva” el sistema de coimas montado por la multinacional que también en su país, Estados Unidos, acaba de  ser  condenada a pagar casi 500 millones de dólares, por replicar las mismas “tácticas” de ventas que fueron definidas como “comportamiento mafioso” por un juzgado de Buenos Aires.      

  Desde Beijing a Nueva York, pasando por Buenos Aires, las multinacionales suman escándalos que desfiguran aún más la cuestionada imagen “ética” de la industria farmacéutica. Mientras tanto, en muchos países se profundiza el debate sobre el precio abusivo de los medicamentos patentados en tiempos de crisis de los sistemas sanitarias.

   Glaxo está atravesando por un escándalo en China al detectarse  un fabuloso sistema de coimas y sobornos practicado con la anuencia de sus directivos en Londres, que ahora toman distancia de sus ejecutivos en el gigante asiático, cuatro de los cuales terminaron presos. El gobierno de Beijing los acusa de canalizar 3 mil millones de yuanes (368 millones de euros) en coimas a través de agencias de viajes y honorarios profesionales por consultorías, desde 2007.

  Pero Glaxo no es el único laboratorio investigado por corrupción en China. En la mira también están Sanofi, AstraZeneca, Roche, Novartis y Eli Lilly, que son investigadas por la justicia de ese país.

    “La investigación del gobierno chino sobre la gigante farmacéutica británica GlaxoSmithKline ha expuesto la corrupción sistemática en la industria farmacéutica del país, pero los analistas dicen que los arrestos de los ejecutivos de GSK tendrá  un impacto limitado sin medidas para remover los incentivos para el chanchullo”, escribieron medios internacionales.

    Los problemas de GSK en China “son parte de una corrupción global en la industria de los remedios”, advirtió el diario El País de España.

   Corrupción global que quedó expuesta cuando la justicia argentina acusó a la multinacional Pfizer de practicar “una conducta delictiva” y de financiar “un oscuro sistema de coimas y sobornos a los médicos en el marco de la cadena de comercialización de los medicamentos”,  según dictaminó el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción Número 27 de la Capital Federal, durante un juicio iniciado contra dos de sus ex visitadores médicos, de apellidos Capalbo y Patrone.

  Pfizer acudió a la justicia luego de fracasar en su intento de que los visitadores médicos presentaran “voluntariamente” la renuncia.  Pero, la demanda se convirtió en un tiro en el píe porque durante el juicio se comprobó que los visitadores médicos eran apenas parte de un mecanismo tipificado como “conducta delictiva” y en la sentencia judicial –sin excluir del delito a Capalbo y Patrone- se responsabiliza a la empresa de forzar a sus empleados a pagar coimas  y distribuir costosos regalos entre los médicos para que receten sus productos.

    Los directivos de Pfizer para el Cono Sur y de su filial en Buenos Aires, intentaron tomar distancia del ilícito responsabilizando a sus visitadores médicos de recurrir a prácticas ilegales por iniciativa propia, cuando era la empresa la que aportaba el dinero para distribuir regalos, pasajes o invitaciones a congresos inexistentes.

   También la casa matriz de Glaxo intentó “lavarse las manos”. El director general de la compañía en Londres Andrew  Witty ha calificado el comportamiento de sus empleados en China de “vergonzoso y muy decepcionante”. El cándido directivo  “desconocía” las prácticas que son habituales de su laboratorio y de la industria en general,  para incrementar las ventas.

  Algunas personas todavía se asombrar de los métodos de la industria. Pero no son directivos. Por ejemplo,  la secretaria María Noé Rodríguez del juzgado que condenó a Pfizer, en la sentencia de más de sesenta páginas señaló que durante la investigación “he tomado conocimiento con absoluto asombro de todo  un oscuro sistema de coimas y sobornos”, comentario que  trasluce su desconocimiento de las prácticas que son habituales de la industria farmacéutica a nivel mundial y local.

   Los fabricantes  europeos Sanofi, Roche y Novartis han utilizado también  en el pasado a Shanghai Linjiang, una de las agencias de viajes acusadas de ser parte del grupo de intermediarios con los médicos, aunque las compañías dijeron que habían cesado la asociación.

  Un director de ventas de Glaxo en China admitió a la agencia oficial de noticias Xinhua que establecía “buenas relaciones” con los médicos satisfaciendo “sus placeres y ofreciéndoles dinero para que prescribieran más fármacos”.

  Otro de los ex directivos de la multinacional en China, de apellido Wang, aseguró a la agencia Xinhua que “entraba en los despachos de los médicos para actuar como su asistente y satisfacía todas sus necesidades, incluso sus deseos sexuales”.

  Como ocurrió con Pfizer en Argentina, tal como se demostró durante el juicio, los sobornos y las coimas tenían un objetivo de ventas: “aumentar la venta de los fármacos (de la empresa) 30 por ciento anual”. 

   Glaxo también se fijó como objetivo incrementar un 30 por ciento anual las ventas anuales en China, que representa el 3,5 por ciento de su facturación global.  Las ganancias justificaban pagar sobornos equivalentes al 20 por ciento del precio de venta de sus productos.

  China es un bocado apetitoso porque para 2020 se convertirá en el mayor mercado farmacéutico del mundo, pronosticó la firma de inversión Edison Investment Research. Por eso las compañías farmacéuticas multinacionales ahora emplean más agentes de venta en China que en Estados Unidos, que sigue siendo su mercado de mayor volumen. 

   Glaxo ya fue protagonista  “del mayor fraude del sector salud en la historia de Estados Unidos”, según definió James Cole, asistente del Fiscal General del Departamento de Justicia, cuando en 2012  admitió que había promocionado entre los médicos sus productos Wellbutrin, Paxil y Avandia para terapias no autorizadas. El laboratorio inglés aceptó pagar una multa de tres mil millones de dólares.

  La multinacional Pfizer acaba de reconocer  que sobornó a médicos y funcionarios de Estados Unidos para “convencerlos”  que recetaran su producto Rapamune para tratamientos médicos que no habían sido autorizados por la FDA. Igual que Glaxo. A partir de un acuerdo con el Departamento de Justicia, accedió a pagar una multa de  491 millones de dólares.

  Rapamune fue aprobado en 1999 solo para el uso en pacientes de trasplante de riñón y Pfizer desarrolló una “mercadotenia” dirigida a los médicos para que lo recetaran para otras terapias, que estuvo acompañada de “bonificaciones” a cambio de cada receta.

   Pfizer ya había acordado el año pasado con el Departamento de Justicia de Estados Unidos pagar sendas multas  de 60 millones de dólares y 48 millones de euros por sobornar a médicos, reguladores de precios y funcionarios públicos en Rusia, Bulgaria, Croacia, Kazajistán, Serbia, República Checa, China e Italia.

 Eli Lilly fue otro de los laboratorios condenados a pagar una multa de 22 millones de dólares, para prácticas comerciales ilegales en China, Brasil, Rusia y Polonia, donde sus empleados repartían regalos entre médicos y funcionarios.

    El pago de las multas pone fin al contencioso  con el Departamento de Justicia y el acuerdo incluye también a  Wyeth  -subsidiaria de Pfizer -que acordó desembolsar 18,8 millones de dólares por compartir las prácticas ilegales.

   Las compañías farmacéuticas angloamericanas, que emplean alrededor de 5.000 personas en China y sus directivos han reconocido que están frente a un mercado sospechado de “alto grado de corrupción.

 Los incentivos de la industria están dirigidos  frecuentemente mal pagados, hospitales y funcionarios del gobierno, que son canalizados a través de agencias de viajes por pasajes a congresos ficticios o sobrecargando los servicios de coordinación de viajes y conferencias.

 

  El presidente Xi Jinping ha lanzado una campaña contra la corrupción en China que ya gasta más de 60.000 millones de dólares en recetas médicas al año, lo cual la convierte el tercer mayor mercado después de Estados Unidos y Japón.

   En el mercado de la salud de China, hasta ahora pobremente regulado, las practicas dudosas siempre han sido comunes, si no de rigor.

   Sin embargo los mercados occidentales, relativamente bien regulados, las compañías farmacéuticas han dado muestra de inagotable creatividad cuando se trata de estimular el uso de sus medicinas, comparó el diario El País.  Pfizer de Argentina, es un ejemplo.